lunes, 1 de octubre de 2012

CUATRO


El general Escobedo se hallaba de espaldas, observando Madrid desde el octavo piso del edificio Poniente, en pleno centro de la capital. Eran las cuatro de la mañana, y a excepción de las limpiadoras y los guardias de seguridad, todos los despachos se encontraban vacíos. Consultó su reloj con impaciencia, mientras contemplaba las luces de la ciudad, siempre despierta. De repente sonó el teléfono. Se acercó a su mesa, y lo descolgó, con impaciencia.

- ¿General Escobedo?-sonó a través del auricular.
- Sí...
- Puesto de control de entrada en vestíbulo. Tengo aquí al Teniente Andrade, que dice estar citado con usted.
- Afirmativo. Por favor, que alguien le acompañe a mi despacho.
- Enseguida, señor.

El General colgó el teléfono y volvió a colocarse ante los amplios ventanales, sumido en sus pensamientos. Unos minutos después, llamaron a la puerta, sacándolo de su ensimismamiento.
-Adelante.
La puerta se abrió y entró un hombre vestido de paisano, pero con un marcado porte militar. Era un hombre joven, alto y de buen físico, pero su cara se veía cruzada por una horrible cicatriz de quemadura que iba desde la oreja izquierda hasta los labios pasando por la mejilla izquierda. Se cuadró en la puerta y saludó militarmente.
- Descanse, teniente, y tome asiento - dijo el General, saludando a la vez. Una vez sentados, el General miró fijamente al Teniente durante unos segundos.
- Teniente - dijo al fin, con gesto serio- ¿que coño ha pasado?
- Permitame explicarle, General - dijo Andrade revolviendose en su silla, inquieto.
- Mire Teniente, no me interesan sus explicaciones. No estoy despierto a las cuatro de la mañana para escuchar balbuceantes excusas. La operación ha sido una mierda. Habeis matado a uno, y el otro se ha escapado.
- No teniamos intención de matar...
-... Y encima, lo habeis matado después de que lograra burlar la seguridad de una de las redes de mayor protección de este jodido país, y de que consiguiera avisar a su complice para que pudiera escapar. Menuda chapuza - El General había ido subiendo poco a poco la voz, hasta casi acabar gritando. Se obligó a serenarse.- ¿Tiene algo que decir al respecto, Teniente?
- No mi General - respondió bajando los ojos, Andrade - La operación ha sido una autentica mierda, señor.
Estas palabras tuvieron un efecto balsámico sobre el General.
- Bien. Informe de la operación y la situación actual.
- Bien, a las 17:36 hemos accedido  un grupo de operaciones especiales dirigido por mi a la vivienda del objetivo, Jorge Cuesta, con el fin de detenerlo e interrogarlo.
- ¿Ese es...?
- El informático señor. En un principio, no opuso resistencia, pero repentinamente asestó un golpe a uno de los soldados e intentó huir. Antes de que pudiera evitarlo, uno de los soldados sacó un arma y le disparó, resultando muerto en el acto. Procedimos pues a limpiar el piso, a deshacernos del cadaver y a requisar sus equipos informáticos. Gracias a la revisión de estos equipos, que nos ha costado bastante desencriptar, descubrimos que se hallaban sobre la pista del Enclave Alfa, y que incluso había accedido a la intranet operativa del mismo. Lamentablemente, nuestro equipo informático se centró en la emisión de e-mail enviado mediante un sistema de aviso de relativa complejidad en la que se advertía a una serie de contactos de la muerte del emisor. Entre los advertidos se encontraba José Andújar, periodista freelance que teníamos bajo observación. Lamentablemente, cuando a las 19:03 llegamos a su vivienda había levantado el vuelo...
-Lamentablemente... -murmuró el General.
-No obstante, hemos cursado orden de detención nacional y hemos intervenido sus cuentas, su movil y su email. En el momento que haga un movimiento, lo localizaremos...
-¿Y el Enclave Alfa?
-La incursión informática del señor Cuesta no ha tenido ninguna consecuencia. La intranet a la que ha accedido es meramente operativa. No contiene información. El intruso únicamente se ha dado una vuelta por el sistema. Nuestro equipo informático sigue analizando sus equipos para eliminar cualquier información del Enclave que pueda contener. Según sus informes, la "incursión" no reviste ningún peligro.
-No me fio de la informática, Teniente Andrade, Antes era más fácil. Cartillas de acceso, interruptores, barreras accionadas por soldados. Hoy en día todo lo hacen los ordenadores - se levantó de su silla, y el Teniente le imitó - Teniente, quiero informes horarios de la situación en el Enclave Alfa, y quiero que me mantenga puntualmente informado de la caza de nuestro fugitivo. Espero que en menos de 72 horas esté solucionada esta crisis...
- Así será, mi General - el Teniente Andrade saludó militarmente al General - no le fallaré.
- Eso espero, Teniente - contestó devolviendo el saludo - Puede retirarse.
El Teniente abandonó el despacho, y Escobedo volvió a observar la ciudad desde el ventanal.
- Antes era más fácil... - murmuró.

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